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Las semillas germinan.  Esas partes de una planta tienden a hacerlo.  Si se dejan en agua o les entra humedad, es lo primero que intentan.  El ser humano descubrió hace tiempo que una semilla, por ejemplo de una legumbre como la lenteja, se puede comer cocinada.  Tiene carbohidratos, proteínas y varios nutrientes que necesita la planta recién nacida para crecer.  Pues si en lugar de comerla en semilla, la dejamos germinar para comerla, nos llevamos una grata sorpresa: cuando la germinación comienza, los carbohidratos almacenados se consumen y se transforman en proteínas, con lo cual pasamos de una legumbre que aporta carbohidratos a una plantita que aporta proteínas.  Todo un truco nutricional que potencia cualquier alimento y además lo hace muy digestible.

Este germinado es de lenteja, pero existen muchos más que se pueden hacer igual de fácilmente, con menores variaciones en la receta, especialmente de tiempo.  No debería haber cocina que no tuviera un germinado andando cada semana.

Ingredientes:

  • 2 cucharadas de lenteja seca
  • agua

Preparación:

Remoja las lentejas por 12 horas.  Una vez remojadas, escurre el agua y guarda las lentejas en un frasco tapado con tela, a la sombra.   Pon el frasco horizontal y separa las lentejas para que tengan espacio.  Lava diariamente con agua y escurre.  

En 2 días pueden ya comerse los brotes de lenteja, pero pueden tardar en germinar del todo unos 4 o 5 días.  Si se guardan en la nevera se extiende su vida útil. 

Se pueden consumir en ensaladas, salteados, arroces y sopas y en general a cualquier plato, crudas o cocidas.