En mi primer curso de Medicina Funcional, en 2010, una compañera, profesora de medicina interna en una universidad de renombre en los estados unidos, contó una historia: un médico funcional había conseguido, con una dieta y unos suplementos, que recuperara por completo su salud, después de múltiples tratamientos convencionales infructuosos. Ahora iba a dictar clase a la universidad en bicicleta y los exámenes clínicos no mostraban ningún rastro de su enfermedad: una esclerosis múltiple. Por eso estaba en ese curso.
Pocos progresos consiguen los pacientes con los tratamientos convencionales. A lo sumo, logran controlar el progreso de la enfermedad. Vale la pena intentar un enfoque distinto, que se concentra en detener las fuentes de estímulo del sistema inmune y en apoyar con nutrientes la recuperación de la mielina y los mecanismos de antioxidación de las células.
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune: es decir, el sistema inmune desarrolla anticuerpos contra proteínas extrañas, como por ejemplo las de la comida, que reaccionan contra las propias moléculas de la persona.
Las enzimas digestivas, que ayudan a digerir bien las proteínas de la comida, pueden disminuir la generación de anticuerpos de autoinmunidad. Por eso sugerimos tomar enzimas digestivas con ácido clorhídrico con cada comida principal. Porque, además de ácido, la falta de enzimas del páncreas para digerir bien las proteínas puede estar permitiendo la inducción de esta autoinmunidad. Los alergenos de la comida están asociados con ataques a la envoltura de mielina de los nervios.
Tomar al menos 300 mgrs (o 1,5 Billones de UFC) del bacilo formador de esporas llamado Bacillus coagulans, ayuda a corregir la deficiencia de flora normal y reducir la producción de anticuerpos en el intestino. Suplementar con probióticos que, como este, atraviesan la barrera gástrica y germinan en el intestino puede ayudar a corregir la flora. Si no encuentras este bacilo prueba con otros probióticos.
Tomar una mezcla de l-glutamina, n-acetilglucosamina, quercetina, extracto de jengibre (Ginger officinalis) y probióticos como Bacillus coagulans y Saccaromyces boulardii. Los dos primeros ayudan a reparar la mucosa. La quercetina y el jengibre reducen la inflamación y los probióticos reducen la población de bacterias patógenas que causan inflamación. Una mucosa intestinal defectuosa puede estar en la base de la activación innecesaria de las defensas y agravar la esclerosis.
Las enzimas proteolíticas como la Bromelina (de la piña) pueden ayudar a destruir complejos inmunes, deteniendo este proceso tan importante en la esclerosis múltiple.
Vitamina D, corrige una deficiencia, mejora la función inmunológica y podría reducir las placas cerebrales.
En la esclerosis múltiple hay un daño en la envoltura de las células nerviosas causado por una reacción autoinmune. Por eso, es necesario apoyar el proceso de regeneración de la mielina con un aporte extra de algunos nutrientes que ayuden a corregir la deficiencia de cofactores necesarios para la mielinización. Esto significa tomar una mezcla de Acido fólico, Vitamina B6, Vitamina B12 y Betaína.
El estrés oxidante y la inflamación que provocan esta enfermedad requiere un aporte extra de muchos agentes antioxidantes: Vitamina C, Tiamina, Riboflavina, Niacina, Vitamina B6, Pantotenato, Zinc, Selenio, Dimetilglicina (DMG), Acido R-Lipoico, Glutatión reducido, N-Acetil-L-Cisteína, Ácido Glutámico y Glicina.
La fosfatidilserina es un importante fosfolípido para la formación de los nervios. Se encuentra dentro de las células nerviosas. Tomar 300 mgr diarios de Fosfatidilserina ayuda a mejorar el funcionamiento nervioso.
El DHA (Ácido Doco Hexanoico), extraído del aceite de algas, corrige defectos del metabolismo de los lípidos y puede ayudar a controlar la progresión de los síntomas de la esclerosis múltiple. Toma diariamente un suplemento que contenga DHA en altas concentraciones.
El 5-Hidroxitriptófano ayuda a mejorar la ataxia cerebelosa y mejorar el habla, reduciendo uno de los síntomas más molestos de la esclerosis múltiple.
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